HERENCIA DE AMOR AL TRABAJO

Nació en un ambiente de trabajo constante, por lo tanto heredó la cualidad de ser laboriosa. Nos referimos a María Celia Cortez de Maldonado, nejapense, nacida en el barrio El Centro, hija de Felipe Santiago Choto y Carmen Cortez Osegueda. A sus 75 años de edad, recuerda que estudió hasta cuarto grado en la escuela “Francisco Morazán”, de esta ciudad, y el quinto lo hizo en Quezaltepeque. Ya no estudió más. Era problemático. Pero, al igual que su madrecita, se hizo comerciante. Vendió ropa, cereales, frutas, refrescos, etc. Trabajó 60 años en los distintos mercados que tuvo Nejapa. Incluso estuvo en el Plaza “España”. Todavía son recordados los deliciosos refrescos de doña Celia y de su madrecita Carmen. Una cosa en la que ha reparado doña Celia es que actualmente el comercio en el mercado ha bajado grandemente: “ya no se vende como antes”, afirma. Y así recuerda que en los tres mercados que ha tenido Nejapa, ella tuvo puestos bien ubicados, y por ejemplo, sus refrescos de leche con carao, agua de coco, cebada con leche, ensalada, etc., “eran una pasada”. A sus más de 7 décadas de vida, doña Celia todavía comercia de vez en cuando con queso y crema. Es bueno que se mantenga activa. Como publicación cultural felicitamos a mujeres como doña Celia, ejemplos de trabajo honrado y constante.

Nejapa ( Río de la Ceniza o Río Cenizo, según Pedro Geoffroy Rivas), cuenta con una de las más grandes bendiciones que puede tener el ser humano: está rodeado de agua, gracias a que en sus linderos nacen dos ríos: el San Antonio y el Tres Piedras, todavía limpios en un gran porcentaje. Sus aguas son claras (a pesar de que muchas lavanderas llegan a asear ropa), tanto que puede observarse el fondo de su lecho, las piedras, arena y pececillos que nadan con gran chispa. En un recorrido que hicimos por una parte de su ribera, vimos que estos ríos, ya juntos, guardan hasta potencial turístico natural, con bellísimas rocas de gran tamaño en alguno de sus puntos. Y no nos referimos a construirle uno de esos hoy famosos y artificiales parques acuáticos, sino a embellecerlo naturalmente, a educar a los pobladores para que ya no lancen basura como bolsas de churros, envases plásticos, zapatos viejos. Teniendo el privilegio de un manantial como ambos ríos, es un verdadero crimen contra el medio ambiente y contra sí mismos, el que cometen los nejapenses que lanzan desechos a dichas aguas. Repetimos, ese lugar tiene atractivo turístico por lo que debe cuidarse y apreciarse. Por ejemplo, las piscinas o tanques actualmente nadie las limpia porque lucen con mucha lama en su fondo. Las señoras lavanderas de ropa podrían continuar con su oficio, pero habría que impartirles algunas instrucciones, como el que ya no dejen ir en la corriente las bolsas vacías de detergente o las botellas de lejía. Y lo mejor sería el dotar a estas familias de agua potable en su vivienda para que el río ya no sufra contaminación alguna. Sería bueno que naciera alguna entidad “amiga” de ambos ríos, integrada por jóvenes, sobre todo, y por supuesto personas mayores, que dediquen algunas horas a realizar algo por su pueblo, y en este caso, a mantener bonito, agradable y atractivo el lugar en el que nacen y recorren los ríos San Antonio y Tres Piedras, una bendición para Nejapa. Ojalá que no los dejen arruinar.

Entre los mejores altares que he visto en mis visitas a las iglesias católicas del país, ubico al del templo de San Jerónimo Doctor, en Nejapa, como uno de los más hermosos. Está construido de madera con una infinidad de decorados, al mejor estilo barroco. Y es que las figuras están caladas, una labor que requirió el esmero de grandes artesanos. Algunos nejapenses rememoran que las estampas originales de los santos que acompañan en el altar a San Jerónimo fueron robadas. Las que observamos en la actualidad, no son las antiguas. Algo peculiar es que el camarín en el que se luce San Jerónimo Doctor, en el altar mayor, da la impresión de profundidad. La iglesia de Nejapa, a algunas personas les podrá lucir sencilla, pero guarda un tesoro en cuanto a la aplicación de los artistas que labraron el altar mayor. Éste requirió cuidado, inspiración y muchas horas de paciente labor artesanal. Es digno de ser mantenido con gran devoción porque es una muestra de que con las manos también se puede alabar a Dios y sus fieles servidores.

Preguntamos a los nejapenses, si recuerdan o si saben ¿qué es La Recuerda? Algunos de mayor edad nos dijeron con gran énfasis: ¡Sí, es la tradición que celebramos el 31 de agosto!. Hicimos esta interrogante porque a esta conmemoración hoy, especialmente los medios de comunicación comerciales, únicamente le llaman “Las Bolas de Fuego”, y en páginas de corte turístico en Internet, explican que el 31 de agosto es el Día de la Juventud, “y que en ese marco se da la guerra de las bolas de fuego”. Gran error, manifestó indignado otro nejapense. “Lo del 31 de agosto es simple, llana y verazmente La Recuerda, en cuyo marco se escenifica el Juego de las Bolas de Fuego, nada de guerras, connotación violenta ni cosa parecida”, agregó. Este sentimiento de los auténticos nejapenses a quienes no les parece en absoluto que se quiera cambiar aspectos puntuales de esta tradición, la encontramos bastante generalizado. Además lamentan que la exhibición que se hace ahora es más para las cámaras de televisión, con personas que no tienen la menor idea de cómo es el exacto modo de jugar. “Ya comercializaron nuestra costumbre, ya perdió autenticidad”, nos explicó un caballero en el parque central. Nuestra pregunta como Revista “Tiempo” Cultural es: ¿No hay quién explique actualmente la debida forma de realizar La Recuerda? Porque si no hacen algo para rescatar lo auténtico de dicha tradición, corre peligro de ir siendo distorsionada cada vez más, hasta que pierda su verdadera esencia. Y ésta no es un enfrentamiento bélico, sino el recuerdo de la erupción del volcán de San Salvador (en 1658), que destruyó el primer asentamiento de Nejapa, o la proeza de San Jerónimo Doctor (patrono de Nejapa), quien no se distrajo ni un instante en su meditación con Dios, a pesar de que el diablo le lanzaba bolas de fuego para interrumpir su comunicación con el Padre Eterno. Otra versión se decanta porque es una recreación de la erupción del mismo volcán de San Salvador, pero en 1917, algo que los nejapenses de esa época observaron llenos de terror. Cualquiera sea el argumento que se conmemora tiene una manera exacta y tradicional de celebrarse, en su fecha, 31 de agosto, y con su nombre: ”La Recuerda”.

Una de las formas de conocer aspectos antiguos de un país o de una localidad, es remitirse a documentos antiguos. En nuestro caso, debimos investigar en libros que recogen el quehacer antiguo de las parroquias de lo que hoy conocemos como El Salvador. Así, indagamos en el libro “Etnohistoria de El Salvador”, del autor Santiago Montes, y aquí leímos una carta del párroco de San Salvador, del año 1768, quien tenía a su cargo varios pueblos “anexos”, así les llamaba, entre ellos Nexapa (como lo escribía). El padre se llamaba Isidro Cicilia. La carta era un informe largo que el padre Cicilia enviaba a su superior en Guatemala, Monseñor Pedro Cortez y Larraz. En lo que respecta a Nexapa y su territorio, el sacerdote refería lo siguiente: “Nexapa dista de San Salvador quatro y media leguas”. Menciona también las haciendas y valles que tenía el territorio de la capital. Algunos nombres todavía son familiares, por ejemplo: el valle del Paxnal, y haciendas: Ángel, San Nicolás, San Joseph de Lorenzana, Santa Bárbara, Atapasco, Tacachico, Tucultepepe, Santa Inés, San Joseph de Fernández, San Gerónimo, San Cristóbal, San Lucas, la Cabaña, Rancho, Consolación, San Diego, Queitiupan, San Francisco y San Antonio (se respeta la ortografía original). En tal informe, se consignaba que ni en la capital ni en los “pueblos anexos”, como Nexapa, había escuela, aunque el padre Cicilia explicaba que él había tratado de abrirlas, pero como los habitantes eran sumamente pobres “no tenían cómo pagar al maestro por su trabajo”. En dicho año 1768, el cura exponía que en todo el territorio (del que ya formaba parte Nexapa), se hablaba el Castellano. Y advertía “porque aunque hay cinco Pueblos de Indios que usan el Mexicano, estos hablan y entienden muy bien el Castellano, como en Nexapa y Apopa, con tanta perfección como cualquier ladino, de tal modo que los indisuelos no solo no hablan ya el Mexicano que es su nacional, pero ni lo entienden”. Así informaba el padre Cicilia. Repetimos que se ha respetado la ortografía original. Y también deducimos que bien pronto empezamos a perder las raíces de nuestra originalidad, al desechar el idioma Nahuat.