Del Antiguo Nejapa

28.09.2010 18:46

Una de las formas de conocer aspectos antiguos de un país o de una localidad, es remitirse a documentos antiguos. En nuestro caso, debimos investigar en libros que recogen el quehacer antiguo de las parroquias de lo que hoy conocemos como El Salvador. Así, indagamos en el libro “Etnohistoria de El Salvador”, del autor Santiago Montes, y aquí leímos una carta del párroco de San Salvador, del año 1768, quien tenía a su cargo varios pueblos “anexos”, así les llamaba, entre ellos Nexapa (como lo escribía). El padre se llamaba Isidro Cicilia. La carta era un informe largo que el padre Cicilia enviaba a su superior en Guatemala, Monseñor Pedro Cortez y Larraz. En lo que respecta a Nexapa y su territorio, el sacerdote refería lo siguiente: “Nexapa dista de San Salvador quatro y media leguas”. Menciona también las haciendas y valles que tenía el territorio de la capital. Algunos nombres todavía son familiares, por ejemplo: el valle del Paxnal, y haciendas: Ángel, San Nicolás, San Joseph de Lorenzana, Santa Bárbara, Atapasco, Tacachico, Tucultepepe, Santa Inés, San Joseph de Fernández, San Gerónimo, San Cristóbal, San Lucas, la Cabaña, Rancho, Consolación, San Diego, Queitiupan, San Francisco y San Antonio (se respeta la ortografía original). En tal informe, se consignaba que ni en la capital ni en los “pueblos anexos”, como Nexapa, había escuela, aunque el padre Cicilia explicaba que él había tratado de abrirlas, pero como los habitantes eran sumamente pobres “no tenían cómo pagar al maestro por su trabajo”. En dicho año 1768, el cura exponía que en todo el territorio (del que ya formaba parte Nexapa), se hablaba el Castellano. Y advertía “porque aunque hay cinco Pueblos de Indios que usan el Mexicano, estos hablan y entienden muy bien el Castellano, como en Nexapa y Apopa, con tanta perfección como cualquier ladino, de tal modo que los indisuelos no solo no hablan ya el Mexicano que es su nacional, pero ni lo entienden”. Así informaba el padre Cicilia. Repetimos que se ha respetado la ortografía original. Y también deducimos que bien pronto empezamos a perder las raíces de nuestra originalidad, al desechar el idioma Nahuat.