Dinámica y Refrescante Señora Nejapense

02.10.2010 22:39

Cada pueblo o ciudad tiene valores artísticos, históricos, culturales o humanos. Entre los valores humanos, Nejapa cuenta con uno que es una verdadera joya. Se trata de la Sra. María Carmen Cortez Osegueda, quien a sus 99 años de edad, derrocha dinamismo, jovialidad, amabilidad y amor a la vida. Todo un ejemplo para seguir. Platicar con doña Carmen fue un verdadero gusto. Ella nos dijo que es hija de Juan Cortez Terreros y Antonia Sara Osegueda de Cortez  Su nacimiento fue en Nejapa, el 11 de mayo de 1911, cuando esta población era tranquila. De su vida, doña Carmen relata que fue de trabajo:”Hice de todo, vendía en el mercado requesón, queso, crema (de Tutultepeque), refrescos, frutas, granos,  pan de La Estrella, etc. Iba a San Salvador (en bus), y hasta a fincas cercanas o lejanas (a pie), a traer lo que después vendía”, expone con seguridad y buena voz. A pesar de que recuerda que en los años de su niñez había una escuelita humilde, con excelente profesora llamada Nicolasa Recinos, por algunos problemas, Carmen no asistió, así no aprendió a leer y escribir, lo que no fue obstáculo para que se desenvolviera en la vida con gran soltura. Del comercio de esos años, relata que era bueno, pues se vendía bastante. Algo que recuerda nítidamente es la erupción del volcán de San Salvador (en 1917). Ella tenía 6 años de edad, por lo que le quedó grabado en su memoria el paisaje de lava incandescente que bajaba, las carreras y gritos de las personas, así como que quisieron sacar a San Jerónimo Doctor (el Patrono local), de la iglesia, pero únicamente lo pudieron llevar hasta el atrio, y de ahí ya fue imposible moverlo. “Venía la lava que iluminaba a Nejapa como que era el día”, recuerda, “de repente se desvió y fue a dar al Playón. Esto fue un milagro de San Jerónimo”, asegura esta apreciable señora. También recrea recuerdos agradables, entre ellos que era una gran bailarina de tangos, y que no se perdía los buenos bailes de antes. Y que se podía caminar a toda hora del día o la noche sin peligro alguno, en la ciudad o el campo.  En sus memorias está el haber sido, varios años, Capitana de las fiestas patronales, y tiene vívidos los hermosos carros de movimiento que hacía construir para San Jerónimo. Los hacía Alberto Pineda. A sus casi cien años de vida, asegura que no le duele nada ni padece de enfermedad alguna, y entre risas afirma tener magnífico apetito. Algo hermoso es que quisiera continuar laborando, y así afirma: “Es galán trabajar”. Su vida la compartió con Felipe Santiago Choto, con quien tuvo dos hijos: sólo sobrevive María Celia Cortez de Maldonado, con quien vive en la actualidad. Revista “Tiempo” Cultural saluda con respeto y admiración a esta abnegada, laboriosa y dinámica mujer nejapense, verdadera joya de esta ciudad.